¡Usted! Si, usted. ¿No fue usted el que bailó con ella aquel día y le confesó amor a partir de un sueño? Si, usted es el indicado.
Ella estaba ahí, con sus ojos cerrados y su piel pálida. Nada parecía moverla, tenía una expresión calmada. Ojalá su mente hubiera estado así también.
Todos rumoreaban del hechizo que Maléfica le había impuesto, nadie entendía muy bien cómo funcionaba aquella trampa mortal que la hacía desfallecer en la tranquilidad inusual para su espíritu intranquilo.
En su mente, Aurora estaba despierta, muy despierta. Su historia es más intrigante de lo que cualquiera se lo espera.
Abrió sus ojos cuando estaba dentro de una habitación pequeña, un poco oscura y con olor a madera mojada. No sintió frío inmediatamente porque había un fogata encendida a su derecha. Todo era una fantasía, una simulación fantástica de su vida en el bosque con las hadas. Aún no entendía cómo hacer para salir de la habitación. Luego de forcejear la cerradura un tiempo, se le ocurrió quemar la puerta. "Madera" pensó ella, "esto será muy fácil"
Pero el olor a madera mojada no provenía precisamente del agua que le habían arrojado, sino de mucha gasolina que se había derramado allí.
Cuando la joven intentó quemar una parte, todo entró en llamas y la habitación parecía más que una pintura del infierno mas caluroso, parecía una caja conteniendo el sol, una caja sin escapatoria.
Aurora rompía ventanas y lanzaba sillas y vasijas a las paredes intentando crear alguna manera de salir y escapar de su celda mortífera. No pudo más luego de agotar sus energías y fuerzas en lo que parecía imposible. Se entregó finalmente a las llamaradas del salón y con su corazón tendiendo de un hilo cerró sus ojos, rogando que todo fuera solo un sueño.
Sintió el abrazo del calor y sintió como cada parte de su piel cambiaba en una forma muy extraña. Esperando lo peor abrió los ojos. Sorpresa fue cuando al abrirlos estaba sentada en la misma habitación del principio, con todo exactamente cual comenzó. Era su segunda oportunidad de escapar.
Descartó inmediatamente el fuego, eso nunca lo intentaría otra vez.
Miró a su al rededor en busca de otra solución. Vio cada uno de los utensilios que había en la mesa, como si buscara una llave para abrir la puerta. Decidida, tomó el cuchillo y lo lanzó a la ventana. Mala idea. ¿Acaso nadie sabe que un vidrio que revienta puede matarte?
Y si. Abrió los ojos por tercera vez, en el mismo lugar.
Ya era mas frustración y la gente se dirá que ya han escuchado la historia antes, y es cierto. No hay nada nuevo que contar. Ella estuvo ahí. Intentándolo cada vez de manera diferente. Algo parecía no resultar en cada ocasión.
Ese momento mágico e ideal del que los hicieron cómplices cuando niños, ese beso de amor verdadero, fue nada más y nada menos que una buena consecución de eventos y el momento justo para que Felipe llegara.
Nuestra princesa, dentro de su cámara mortífera descubrió cómo salir, no les diré cómo en esta ocasión, es uno de los secretos mejores guardados de la historia y no voy a arruinar el chiste.
Algo si puedo confesar, encontrar el error no me fue difícil. Solo bastó escuchar mi nombre y recordar que tenía el poder de hacer lo que fuera necesario. Recordar que el objetivo no era salir de esa habitación, sino dejar entrar a quien quisiera dar la pelea y encontrar conmigo el modo de salir, o hacer la vida allí.
Escuché su voz. Y fue lo único que necesité para saber que seria por siempre y para siempre "él"
Por eso el beso funcionó. Porque al fin acepté que sola no podía.
Y esa es la historia del hechizo. La historia que a nadie había contado, y que en realidad todos habían olvidado.