jueves, 24 de diciembre de 2015

El orden de la flexibilidad

¿Has visto alguna vez como se prepara un globo aerostático para volar? Primero se prepara el suelo para anclarlo, de esa manera la persona puede tener el control del momento en que el globo comenzará a flotar. Segundo, se prepara el interior con todos los implementos para comenzar con el procedimiento de encender el fuego. Tercero, luego que los pesos están puestos, se enciende el fuego y se espera a que el aire al interior del globo se haya quemado. En términos simples, paso a paso se prepara para la culminación que es volar. Un pastel se prepara con ciertos ingredientes y luego de mezclarlos en un cierto orden se obtiene lo que queremos, porque los mismos materiales agregados de maneras diferentes preparan diferentes dulces… y a veces nada en realidad.
Supongo que si empezamos un bizcocho de vainilla y no tomamos en cuenta las proporciones del endulzante y se nos olvida la sal. A veces igual pasa que los ingredientes que usamos están en el orden correcto y en las cantidades adecuadas, pero queda de un sabor extraño porque de antemano sabíamos que uno de los huevos estaba pasado. Tenemos la posibilidad de hacer las cosas, pero depende de tantas cosas el resultado. Puedes tener todos los ingredientes correctos, medidas exactas e ingredientes en perfecto estado; pero si el horno no está precalentado, si lo sacas antes, o si lo sacas después se te daña por completo.
La vida gira de diferentes maneras, y a diferentes velocidades, tiene diferentes ritmos y hasta diferentes tonalidades. Si nuestro suelo no está bien preparado para resistir los tirones del globo, no pensemos que podemos ser capaces de resistir las tempestades del aire caliente. El problema no son los ingredientes, a veces es solo la velocidad en que los agregamos; para principiantes, la mantequilla tiene que estar bien mezclada con el azúcar para poder agregar los huevos, o queda grumoso todo el pastel.

Siento que cada vez que algo se empieza con demasiada emoción y no queda como esperamos, nos desanimamos sin ganas de intentarlo otra vez. Otros casos se dan que simplemente lo empezamos otra vez, pero ¿Cómo saber la manera correcta de hacer un pastel que sea del agrado del resto? Muchas veces le agregamos una buena cantidad de azúcar y nos dicen que es demasiado dulce. Lo intentamos otra vez con menos azúcar y hacemos que alguien diferente lo pruebe, pero este nuevo degustador tiene una afición a la dulzura y nos exige agregarle más a la próxima. Decidimos conformarnos con hacerlo a nuestro gusto y dejar de agradar al consumidor itinerante, aguardando que quien pruebe y le guste continúe estando cerca para cada biscocho recién horneado.