¿Has visto alguna vez como se prepara un globo aerostático
para volar? Primero se prepara el suelo para anclarlo, de esa manera la persona
puede tener el control del momento en que el globo comenzará a flotar. Segundo,
se prepara el interior con todos los implementos para comenzar con el
procedimiento de encender el fuego. Tercero, luego que los pesos están puestos,
se enciende el fuego y se espera a que el aire al interior del globo se haya
quemado. En términos simples, paso a paso se prepara para la culminación que es
volar. Un pastel se prepara con ciertos ingredientes y luego de mezclarlos en
un cierto orden se obtiene lo que queremos, porque los mismos materiales
agregados de maneras diferentes preparan diferentes dulces… y a veces nada en
realidad.
Supongo que si empezamos un bizcocho de vainilla y no
tomamos en cuenta las proporciones del endulzante y se nos olvida la sal. A
veces igual pasa que los ingredientes que usamos están en el orden correcto y
en las cantidades adecuadas, pero queda de un sabor extraño porque de antemano
sabíamos que uno de los huevos estaba pasado. Tenemos la posibilidad de hacer
las cosas, pero depende de tantas cosas el resultado. Puedes tener todos los
ingredientes correctos, medidas exactas e ingredientes en perfecto estado; pero
si el horno no está precalentado, si lo sacas antes, o si lo sacas después se
te daña por completo.
La vida gira de diferentes maneras, y a diferentes
velocidades, tiene diferentes ritmos y hasta diferentes tonalidades. Si nuestro
suelo no está bien preparado para resistir los tirones del globo, no pensemos
que podemos ser capaces de resistir las tempestades del aire caliente. El
problema no son los ingredientes, a veces es solo la velocidad en que los
agregamos; para principiantes, la mantequilla tiene que estar bien mezclada con
el azúcar para poder agregar los huevos, o queda grumoso todo el pastel.
Siento que cada vez que algo se empieza con demasiada
emoción y no queda como esperamos, nos desanimamos sin ganas de intentarlo otra
vez. Otros casos se dan que simplemente lo empezamos otra vez, pero ¿Cómo saber
la manera correcta de hacer un pastel que sea del agrado del resto? Muchas
veces le agregamos una buena cantidad de azúcar y nos dicen que es demasiado dulce.
Lo intentamos otra vez con menos azúcar y hacemos que alguien diferente lo
pruebe, pero este nuevo degustador tiene una afición a la dulzura y nos exige
agregarle más a la próxima. Decidimos conformarnos con hacerlo a nuestro gusto
y dejar de agradar al consumidor itinerante, aguardando que quien pruebe y le
guste continúe estando cerca para cada biscocho recién horneado.